miércoles, 26 de octubre de 2016

Vida sexual de adolescente en la madurez




Se conocieron con 15 años, se enamoraron y se prometieron amor eterno. Luego llegaron los niños, la situación económica, las cargas familiares, el estres y la llama se fue apagando, ella ya no se arreglaba, el se había quedado calvo y un partido de fútbol con sus amigos era mejor que un plan con ella. 



María tenía algo más de 40 años y aunque aun había una parte de ella que se sentía joven estaba agotada, los niños,  la casa, el trabajo,... aunque Pedro la ayudaba con algunas cosas, sentía que no daba para más. Casi todo tenía que hacerlo sola, él casi nunca estaba en casa, llegaba tarde del trabajo y ultimamente los viernes en lugar de volver a casa se quedaba con los compañeros de trabajo tomándose unas cervezas en el bar que había cerca de su trabajo, cuando llegaba a casa María ya se había acostado y si en algún momento pretendía buscarla pidiendo un poco de jarana ella le apartaba de mala gana con la frase lapidaria  __quita, estoy cansada y apestas cerveza

¿Dónde había quedado aquella pasión del principio? ¿Dónde estaban las frases de amor que al principio eran hasta empalagosas? y la complicidad ¿Dónde había quedado? 

No quedaba nada, se habían centrado cada uno en su vida, en sus trabajos en sus historias, sin regar y sin cuidar su relación, pensando que las relaciones funcionan solas y que perduran en el tiempo porque así nos lo enseñan desde pequeños, "se casaron, fueron felices y comieron perdices"

María tenía una amiga que no comulgaba con las normas sociales, por decirlo de una manera suave, Cecilia era un alma libre, loca, pero con las ideas muy claras. Cada vez que se juntaba con María intentaba comprender ese silencioso sufrimiento que llevaba por dentro, jamás la juzgaba, solo la escuchaba y sabía que María algún día diría basta, ella solo la ayudaría a levantarse y la prestaría su hombro para que llorase. 

Al final, pasó. María sentó a Pedro en la concina y le dijo que todo había terminado, que él ya no era el hombre del que se enamoró que se había terminado el amor y que estaba cansada, que no se sentía valorada, que sentía que como mujer estaba muerta, que no tenía ganas de nada.

Despues de un tiempo en el que parecía que todo era una tormenta, o más bien un cliclon que arrasa todo, millones de ideas y de preguntas pasaron por su cabeza, tenía que reorganizarse, reorganizar sus sentimientos, ocuparse de los sentimientos de sus hijos y tenía que dar más explicaciones de las que le hubiese gustado tener que dar, pero sabía que era necesario. 

Cuando parecía que todo se asentaba y de la tormenta tan solo quedaban algunas nubes, María decidió  que era el momento de volver a sentirse guapa, a volver a sentirse mujer y a volver a sentirse deseada, en esa busqueda de una felicidad perdida y sin darse cuenta de que las nubes pueden traer de nuevo tormentas, se perdió en una espiral de sexo y desenfreno, salía hasta tarde cuando pódia y se apuntó a todas las aplicaciones de citas posibles y aprovechaba el fin de semana que no tenía a los niños para quedar con el primero que le hubiera dicho tres tonterías y le hubiese subido la autoestima a traves del chat. 
Las sesiones de sexo eran maratonianas, pero seguia sintiendose un poco vacía, es cierto que estaba aprendiendo a conocerse, a probar cosas nuevas en el sexo que no se le habría ocurrido jamas practicarlas con Pedro, se perdía en cuerpos de hombres desconocidos, había llevado a cabo alguna fantasía que tenía desde hacía tiempo y tenía una falsa sensación de libertad. ¿Cúantas cosas nos hemos perdido? pensaba muchas veces. 

María se mentía a si misma y aunque se jaztaba y reía con sus nuevas amigas de sus aventuras amorosas y de como había mejorado su vida sexual desde que se había separado, conocía a chicos más jovenes que Pedro, infinitamente más voraces y vigorosos pero no lograba pasar de ahí, en el fondo ella buscaba algo más, algo que en un relación sexual esporadica no existe, en el fondo ella buscaba amor, un amor que no terminaba de llegar porque en realidad la tormenta no había pasado, el cielo estaba lleno de nubes. 

Todos el mundo tiene que vivir experiencias, es el síntoma de la maduración, cuando no lo haces cuando eres joven, porque has renunciado a un tipo de vida por tener otra, lo tendrás que pasar en otro momento. El ser humano tiene necesidad de experimentar, de conocer. 

Cuando aprendes a conocerte las experiencias son infinitamente más placenteras, cuando te das cuenta de que las relaciones hay que cuidarlas, que mimarlas como si se tratase de un ser vivo las cosas funcionan mucho mejor. 

A veces en necesario perder la cabeza para reconocer todo esto, a veces tienes que estrellarte contra la pared y caer y levantarte, en las relaciones de pareja nos sueltan ahí en medio de la plaza y compontelas como puedas, nadie se para a explicarnos las cosas porque muchas se dan por hechas y lo peor de todo es que gran parte de la información nos llega distorsionada. 

María había estado viviendo una vida que era la que se suponía que los demás querían para ella, todo lo había hecho por agradar a los demás, primero por no defraudar a sus padres, luego por no defraudar a su marido, despúes a su família, pero y ella ¿qué? ¿qué pasaba con ella, con lo que ella quería de verdad? Sin querer nos educan en cierta forma a ser sumisas, a no revelarnos, nos hablan de principes azules y nos venden una película que no es real. La realidad es que para que te quieran los demás primero te tienes que querer tu misma, para que te valoren los demás, primero tienes que valorarte a ti misma, para que los demás te vean preciosa y deslumbrante te tienes que ver primero tu misma.




Esta historia es completamente inventada, pero no difiere mucho de la realidad seguro que tu que lo estas leyendo sabes de lo que hablo, si no te ha pasado a ti, porque tu eres como la amiga loca de Maria y jamas renunciaste a ser quien eres, has vivido las cosas relativamente en su momento y con total naturalidad, tienes una amiga como María, recien separada y viviendo la vida loca, intentando descubrise a sí misma. Y si tu eres como María solo puedo decirte que  disfrutes del aprendizaje, que dejes atrás los remordimientos y te dejes llevar por el placer,  porque cuando hayas alcanzado la madurez y no me refiero a que seas más vieja, encontraras la paz y no buscaras cosas inalcanzables, la tormenta se marchará y saldrá un sol radiante. 


Espero que os haya gustado, para mis chicos, espero que entendaís con esta pequeña historia que es lo que les pasa por la cabeza a muchas mujeres, porque actuamos así. Es cierto que todo sería mucho más facil si hablaramos las cosas, pero en estos momentos donde la tecnología nos invadade, eso de hablar es casi una misión imposible. 



Nos leemos la semana que viene, ser un poquito traviesos y nunca dejéis de ser quien sois por no molestar a los demás.


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